“El tiempo va volando”, “qué rápido está pasando el tiempo”

¿Alguna vez has escuchado o incluso dicho una de estas frases? Y cada año que pasa pareciera que el tiempo va aún más deprisa…

Algo parecido ocurre cuando cargas dos pesas: una de 10 lbs y otra de 20 lbs y notas la diferencia en el peso de forma significativa. Pero, si cargas una de 50 lbs y luego una de 60 lbs, entonces la diferencia puede no percibirse tanto.

Todo tiene que ver con nuestro cerebro: a medida que el tamaño de algo aumenta, la diferencia se percibe como menor. Entonces, aunque un año sigue siendo un año, a medida que cumplimos más edad percibimos que un año es más corto. Por eso, cuando somos niños, el tiempo pasa “más lento” o así lo percibimos.

¿Y esto qué tiene que ver con tus finanzas? Mucho.

Imagina que vas a comprar un artículo con precio de 1,500 pesos pero te enteras que en cierta tienda que no visitas mucho está en especial a 1,000 pesos. Es muy probable que por este ahorro de 500 pesos te desvíes y vayas a comprar el artículo con descuento.

Ahora imagina que comprarás un artículo de 50,000 pesos y sabes que en esa tienda poco visitada está a 49,500 pesos en oferta. Es posible que lo compres en tu tienda habitual porque el descuento no es tan relevante, ¿cierto?

Pero fíjate que ¡se trata de los mismos 500 pesos! Incluso como asesora financiera, te diría que si vas a hacer un desembolso importante es ¡incluso más preponderante aprovechar el descuento! Lo que pasa es que nuestro cerebro está programado para percibir la diferencia relativa. Por eso, un desembolso mayor no nota que sea gran diferencia.

Este fenómeno que te explico se llama Ley de Weber, que estudia esta parte psicológica del ser humano ante un fenómeno físico. Así que estar consciente de esta información te ayudará a estar muy atenta, de ahora en adelante, con tus decisiones financieras.

¿Te ha pasado algo similar? ¡Cuéntame tu experiencia!